El fin del duelo

Ya bien entrado noviembre yo sigo esperando sentir la sombra de la muerte sobre mí, como cada vez que se acerca este mes en el que se conmemora la muerte de mi hija y de mi esposa, la una horas después de su nacimiento en 1998 y la otra en plena pandemia en el 2020. En estos años he sentido una especie de raro agradecimiento, pues al ser ambas fechas en noviembre, que además es el mes de los muertos, yo puedo sumergirme en la tristeza, en la nostalgia, permitirme soñar con lo que hubiera podido ser y no fue, y de alguna manera abrazar mi oscuridad y contenerla para poder seguir adelante el resto del año con mi luz.

Este año ya llevamos 10 días de noviembre y la sombra nada que llega. Al contrario, hay tantos desarrollos tan nuevos y emocionantes en mi vida que ando feliz, aprendiendo, creciendo, creando. Solo para darles una idea, en el 2024 he pintado tres cuadros, he viajado bastante, he estudiado, he leído tantos libros como leía cuando estaba en la universidad pero por puro placer, he aprendido a hacer fanzines y ya estoy comenzando a escribir mi nuevo libro. 

De vez en cuando en el jardín se me aparece una libélula verde a saludar. Siempre viene, se para al frente mío, hace un baile en el aire y se va. Cuando eso sucede siento que es mi esposa dándome vueltica y me entristezco. Últimamente en cambio la saludo le digo, "Gracias por pasar a saludar. Que tengas lindo día", y sigo con el mío.

Cuando mi esposa murió, por mucho tiempo estuve llena de angustia sin siquiera querer sacar la nariz a la calle por miedo a que me pasara algo y no tuviera quién respondiera por mí. Cuando por fin logré comenzar a salir, lo hacía llevando una manilla de látex en mi muñeca con los datos de mis contactos de emergencia, para que por lo menos alguien tuviera a quién llamar cuando me encontraran tirada en la calle luego de un siniestro automovilístico, un robo, o una enfermedad fulminante. Este año en algún momento perdí la manilla sin saber cómo ni cuándo y decidí no conseguir otra, y de no querer salir ni del garaje de mi casa pasé a viajar a Europa solo con un morral a caminar 240 kilómetros acompañada por desconocidos.

De ese viaje regresé con un sentido de la autoconfianza que creo no haber tenido jamás y con este nuevo poder, he comenzado a hacer cambios en mi vida que hasta ahora comienzan. Tengo nuevas aficiones, nuevos amigos, nuevas maneras de afrontar lo que me presenta el día, y hasta me accidenté por fin hace días lesionándome una rodilla y no me hizo falta ni la manilla ni la persona acudiente.

 Espero que la editorial pronto me diga cuando saldrá "Y de su amor viuda", el libro que escribí sobre esos días en que ella murió y lo que pasó conmigo en los tiempos subsiguientes a su muerte. Cuando se lance el libro, para mí la historia ya será obsoleta, lo cual es fantástico porque me dará la Gracia que necesito para poder hablar de ella. 

Nunca pensé que la sanación fuera posible, pero uno sana, y sana tanto que este mes cuando conmemore el aniversario de la muerte de mi esposa, lo que quiero hacer es declarar el fin del duelo, liberar esa tristeza, liberarla a ella y liberarme.

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