La ciudad y las perras
Este blog se llama "Memorias de Adriana" haciendo un juego alusivo al título de la novela de Marguerite Yourcenar "Memorias de Adriano". Hace poco Baubo hizo llegar a mis manos una copia de su fanzine titulado "La ciudad y las perras" haciendo un juego de palabras similar alusivo a "La ciudad y los perros" de Mario Vargas Llosa. "Me cuentas qué te parece", me dijo él día que me lo entregó, y también me dijo que no lo leyera mientras estuviéramos en el mismo espacio, porque le daba pena.
Desde que Baubo leyó mi libro Y de su amor viuda a manera de Lectio Divina devocional, no ha hecho sino repartirlo a trozos entre sus allegados, animado a todo el que se le cruza en su camino a comprarlo, llorado y reído con su parche con el que lee el libro en su club de lectura a las 7 de la mañana antes de salir a trabajar, por videollamadas a Francia, o a través de intercambios de Whatsapp.
Sé que me falta información para comprender plenamente por qué mi libro ha impresionado a Baubo de esta manera, pero entiendo que esa admiración sea la causa de su aprehensión para verme leer su propia obra. Al fin y al cabo, las obras literarias dejan de ser de sus autores apenas salen de imprenta y están destinadas a morir a menos de que alguien las abra, las lea y les de vida. Así las cosas, hoy quiero darle vida a "La ciudad y las perras" compartiendo con ustedes mi experiencia con su lectura.
Primero que todo, esta es una obra colectiva, en la que Baubo invita a otras personas a acompañarla en su escritura, tal como ahora se estila de los grandes cantantes que invitan a otros grandes a cantar juntos un tema en sus conciertos. Pero la maestría no es solo literaria, también es gráfica, porque Baubo no solo escribe sino que también diseña y tiene un ojo magnífico para ver lo profundo en lo cotidiano. Este fanzine entonces es una fantasía de pensamientos, imágenes, texturas y recortes con textos sueltos con los que quien lee puede hacer lo que le plazca.
"La ciudad y las perras" habla de la experiencia de ser mujer en las calles sacudiendo la inercia de su normalización. Los textos no son fáciles, hablan del encarcelamiento forzado de las mujeres en la noche; del azar de transportarse en bicicleta por la ciudad y como el acoso despierta en sí una violencia más visible y despojada de remordimiento, pues de lo único de lo que nos arrepentimos es de haber aguantado siglos sin quejarnos; de las ollas comunitarias que desde la calle reúnen a la gente al rededor del alimento, la risa, la danza y el convite desafiando el hambre, la opresión y la guerra; de las vendedoras ambulantes que trabajan sin fin para vivir del día, a veces sin lograrlo; de las mujeres Trans que muerden, rabian, muestran los dientes y reclaman su existencia "como ese alarido vagabundo de las que no somos bienvenidas en ningún lugar"; de la criminalización de las mujeres en la lucha popular, que cargan a cuestas a sus hijas, sus familias, sus comunidades y procesos colectivos y aún así siguen arando justicia y dignidad.
Después de desmechar con crudeza cápsulas de atrocidad que acontecen a las mujeres todos los días en las calles, Baubo cierra proclamando el cuidado como el arma de nuestra supervivencia:
Las perras nos enfrentamos al declive de la existencia colectiva e individual cuidando de otras, embelleciendo la vida y respondiendo con fiereza a los ataques(...) Nos miramos, nos conjuntamos y aullamos en manada...
"La ciudad y las perras" es la muestra de que no hay que escribir trescientas páginas para decir demasiado. Su lectura e imágenes aturden, inquietan y nos cambian el lente con que miramos las cosas. No es posible sumirse en su lectura ni en su detalle gráfico y salir a la calle como lo hacemos siempre; nos obliga a mirar, reconocer y cuestionar nuestra diaria indiferencia.
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