La vegetariana

No hay luz. Estoy escribiendo con lo que resta de batería en mi computador y compartiendo los datos de mi celular. Pero es que no me aguanto. Ayer comencé a leer "La Vegetariana", de la nueva Nobel de literatura Han Kang, y me tiene aterrada. Si sigo leyendo, sin duda tendré pesadillas esta noche. Para mitigar esa posibilidad no me queda más que abrir el compu y escribir.

El martes pasado asistí a un espacio sobre escritura de terror en donde el tallerista dio una explicación detallada de las variaciones de este género y de las técnicas básicas para lograrlo. En alguna otra ocasión yo hubiera estado atenta tomando nota. El martes, sin embargo, preferí que el discurso fluyera para solo sintonizarme con lo que resonara en mi diapazón interno. 

Escuché que es posible crear terror sin acudir a lo sobrenatural, sin vampiros, fantasmas o monstruos. No es difícil pensar en ello cuando recurro a las noticias de mi trabajo en derechos humanos, donde todos los días estamos lidiando con asesinatos, desapariciones, amenazas y abusos. En Colombia el terror es pan de todos los días. Incluso, quizás en el futuro me de por recrear alguna de esas historias para incursionar en este género literario.

Nunca imaginé, sin embargo, que alguien pudiera escribir un relato de terror sobre una mujer vegetariana y que el vegetarianismo fuera, no solo en la ficción sino en la vida real, motivo de agresión como lo pueden ser la raza, la identidad sexual, o la defensa de la tierra y el territorio. 

Que una familia esté tan opuesta al vegetarianismo de uno de sus miembros hasta el punto de agarrarlo a golpes y mandarlo pa la clínica, y acto seguido en señal de protesta la víctima, cual gato campesino, termine devorándose un pájaro vivo, es una imagen grotesca pero real de la descomposición de nuestra sociedad; una sociedad en donde la industria prevalece sobre lo natural, en donde la diferencia se paga a crédito y con altos intereses y en donde quien se atreve a deseducarse termina solo y marginado a merced de un coro griego que se regocija con sus cantos de reproche. 

La palabra "vegetariana" en el relato bien podría remplazarse por la indicación "escriba aquí su opresión", porque en realidad la historia es sobre eso, sobre el irrespeto a las decisiones individuales, sobre el poder sobre el otro y sobre el castigo social a todo aquello que se aleja de la norma; también es sobre el poder de las convicciones profundas y el costo de la resistencia.

Han Kang tiene mi edad y a esta edad es rarísimo ganarse un Nobel de literatura. Mucho más si se es mujer y coreana. Pero se lo ganó, y habiendo leído solamente 50 páginas de uno de sus libros, no me cabe la menor duda de que se lo merece. Ella logra jalar de entre la maraña de dinámicas que componen la vida, aquellos detalles de lo cotidiano que hemos normalizado al punto de pasarlos por alto. Son terroríficos los detalles. Lo es más el hecho de pasar por la vida sin verlos, o lo que es peor, viéndolos y continuando nuestro camino con indolencia. 

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