Por fin escucho las súplicas


Desde que yo empecé a escribir obritas de teatro en el bachillerato que luego pondríamos en escena con el parche del colegio, siempre ha habido alguien que me dice que tome en serio la escritura, que escriba y que publique. Cuando me divorcié de mi primer matrimonio mi hermano me dijo: "Métase a clases de karate y escriba un libro". Hice lo primero e ignoré lo segundo. 

Cuando estudié teología en la Escuela de Religión de Earlham en Estados Unidos, me metí a un curso de escritura en Inglés. Mis compañeros me catalogaban como una de las mejores escritoras del grupo, independientemente del hecho de que estaba escribiendo en una lengua diferente a la materna. En ese entonces hice parte de sesiones de lectura pública de mis escritos y de nuevo no faltaba quien me pidiera que publicara.

Fue hasta que murió mi esposa en noviembre del 2020, en plena pandemia, (aunque ella no murió de COVID 19 sino de angustia) y yo me uní a un grupo de apoyo al duelo en el que comencé a escribir como una forma de procesar mi dolor, que los clamores para que yo tomara en serio mi escritura fueron escuchados: Tomé uno de los textos que había trabajado en el grupo y lo presenté a una convocatoria literaria y a vuelta de correo me habían escogido y me estaban publicando. Tomé otro texto y lo presenté a una segunda convocatoria y también me la gané. Luego comencé a escribir poesía, envié un poema y me pasó lo mismo. 

Entonces me convencí de que lo que yo tengo por decir en mi escritura es algo que a la gente puede interesarle, y comencé a trabajar mis textos del duelo para convertirlos en una novela que pronto saldrá a la luz. 

Soy escritora. Siempre lo he sido. Es hora de asumir y asumirme. Esta página de autor es una muestra de que comienzo a tomarme en serio.

 


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