Las malas matemáticas

 

A finales del año pasado asistí al lanzamiento del libro de poemas del escritor boyacense Juan Rondón, titulado "El suicidio de los niños pájaro". Mi motivación para ir fue ver cómo él estructuraba el lanzamiento de su libro, ahora que yo estoy ad portas de lanzar el mío, y conocer más a Inykywe - Miscelánea cultural, pues allí también se hará el lanzamiento de "Y de su amor viuda" este próximo 22 de febrero en Paipa*.

El escenario fue un par de sillas altas de bar de color rojo con una mesita en la mitad, en donde lucían radiantes unos cuantos ejemplares del libro. Al frente, se erguía un micrófono para amplificar el sonido y, en la pared de atrás, una colección de afiches artesanales con temas variados, una exhibición de camisetas impresas a mano y un estante de libros publicados por editoriales independientes. De frente estábamos nosotros, los asistentes, sentados en nuestra mesa acompañados de café, bruschettas, postres y licores de rigor.

 Además del autor, se sentó en la palestra una mujer que no sé quién era, pero que evidentemente conocía de cerca al escritor. Ella se encargó de moderar la conversación. Entre su compartir de anécdotas, lecturas del libro y de otros libros, preguntas y respuestas del público, Rondón me dejó tan bien impresionada que decidí comprar un ejemplar de su obra.

 Hoy tengo "El suicidio de los niños pájaro" en mi mesita de noche. Me ayuda con frecuencia a conciliar el sueño cuando la menopausia me ataca con su insomnio y no quiero levantarme a tomar una pastilla. Su primer poema, "Preludio" definitivamente no sería algo que yo escribiría, pues comienza diciendo: "Quiero escribir poesía que me haga sudar" y lo que yo quiero a toda costa es escribir poesía que me permita dejar de hacerlo. 

 Su segundo poema, "Re - calculando", es una corta pero profunda reflexión sobre nuestra obsesión desenfrenada por contar, medir y calcularlo todo, así no queramos nunca tener nada que ver con la matemática. Rondón inicia: 

Un día cualquiera

volví la mirada

y las matemáticas ya estaban en mi cuaderno

las comprendí rápido y rápido las odié

 Recordé de inmediato mis días de primero de primaria en los que manchaba el cuaderno con mis lágrimas mientras la profesora me consolaba porque yo no entendía el concepto de la resta. O lo que era peor, entendía el concepto, pero los cálculos nunca me cuadraban.

 Después de soportar las matemáticas hasta graduarme del colegio, decidí que me dedicaría a algo que no tuviera nada que ver con ellas, y estudié literatura. De ahí en adelante he agradecido la presencia de mis dedos y me he convertido en experta en hacer que todo cómputo que se me cruce en la vida solo necesite contar del uno al diez.

 Estoy ad portas de cumplir 55 años de éxito navegando la vida sin matemáticas, y sin embargo, tal como escribe el poeta, ellas se las ingenian para seguir acompañándome. 

Rondón dice:

Todos éramos número

y yo quería ser pájaro

Volé

pero nunca abandoné

la horrible costumbre

de calcular la velocidad de la caída.

 Y es que así somos y así seguimos siendo. Yo por lo menos en un día voy a querer saber cuantos lectores tuvo esta entrada, cuántas personas comentaron mi publicación, en cuántos países me están leyendo. Cuando lance mi libro, quiero saber cuántas personas van a comprarlo. Aún hoy, ando calculando si tendré suficientes copias para todo aquel que quiera adquirirlas, y con cuántos ejemplares me quedaré sin vender. Tengo seis eventos programados al rededor de mi libro y quiero saber si esos serán suficientes o si necesito más, y si es el caso, qué variables debería tener en cuenta para saber en dónde realizarlos y garantizar que haya público. 

 No supe cómo hacer las cuentas para calcular la comisión que debo pagarle a los establecimientos por libro vendido y además ofrecer un descuento a los oyentes que compren su ejemplar en el lanzamiento, pero una amiga que tiene una mejor relación con los números que yo me regaló una tablita con esos cálculos ya hechos, y sí, como a mí los cálculos nunca me han salido, esa tablita es el mejor de los regalos. 

 Calculamos todo, hasta nuestra capacidad para soltar el control sobre el resultado de lo que hacemos. Por ejemplo, aún sin calcularlo, ya sé que esta empresa de escribir y publicar y divulgar mis palabras es un emprendimiento a pérdida, pero es que eso no ha sido nunca lo que me ha motivado. Por fortuna, por lo menos en esta época de la vida, no necesito vivir de vender libros. 

 Me motiva más, quizás, el ego de ver mi nombre escrito en imprenta en la portada de un libro. Que me lean. Que me recomienden a otros lectores. Que me abracen, como me pasó un día, con uno de esos abrazos de los que uno quisiera soltarse mas no puede, al tiempo que me dicen casi entre lágrimas que me admiran, que siguen mi blog y no se pierden un solo domingo con mi escrito. Me motiva más saber que escribir me ha regresado a la lectura y que leer me aparta por un momento de las pantallas, porque aún prefiero el papel muy a pesar del sacrificio de los árboles.

* Aquí les dejo de nuevo toda la programación de lanzamientos de "Y de su amor viuda" del primer trimestre del 2025.



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